La Medicina Tradicional China nos da buenas claves de los que sucede en esta época y qué podemos hacer para conseguir un equilibrio. De hecho tiene una clasificación para todas las estaciones y su relación con las emociones, los sabores, los órganos y los colores. Las clasifica en 5 elementos de acuerdo a sus ciclos naturales: madera, fuego, tierra, metal y agua. Si nos alineamos con la estación que toca y sus energías, podremos iniciar un cambio de tiempo con salud y vitalidad.
Así es que a la primavera le otorga:
- El elemento madera.
- El color verde: significa que todos los alimentos de ese color benefician a los órganos de su mismo elemento.
- El hígado y la vesícula biliar como órganos destacados: son los que más trabajarán en esta estación por lo que se trata de abastecerles de energía escogiendo los alimentos que más le favorezcan. Asimismo, las emociones predominantes están relacionadas con estos órganos. Tratando uno se reparará el otro.
- Los sabores ácidos: son los que más beneficios aportarán a los órganos destacados.
- El enfado y la irritabilidad como emociones predominantes: cuidando los órganos asociados podremos mejorar los estados emocionales.
Incluso desde el naturismo podríamos mirarlo bajo la misma lupa, siempre hemos relacionado al hígado con la ira, la frustración, la depresión y el bloqueo de energía. Una vesícula biliar debilitada significa dificultad para tomar decisiones.
Que los sabores ácidos y amargos son también amigos del hígado es muy conocido, refrescan y revitalizan este órgano. Y lo mismo diremos de los alimentos de color verde que limpian, purifican y ayudan a eliminar toxinas acumuladas en el invierno.
La dieta de este tiempo entonces estará enfocada en todos estos conceptos para conseguir liberarnos de toda la tensión, la irritabilidad y los “malos rollos”, y conseguir relajar la musculatura, propiciar un buen descanso, eliminar toxinas y sobrepeso, y tener una mayor claridad mental.
Por ejemplo, podemos empezar el día bebiendo en ayunas el zumo de medio limón diluido en un vaso de agua tibia, incluir en el desayuno frutas ácidas como naranjas o pomelos y kiwis, y tomar en algún momento de la mañana un zumo o un smoothie verde.
A la hora de comer, comenzar con una taza de caldo depurativo de alcachofas y rábano negro con un poco de zumo de limón y que no falte una abundante ensalada verde condimentada con aceite de sésamo y vinagre de arroz, de sidra o de umeboshi.
Por la tarde, aprovechar la temporada de fresas y tomarlas solas o en un batido con bebida vegetal.
Por la noche se pueden recurrir a las sopas y cremas de verduras, sobre todo que lleven puerros, apio, cebollas, acelgas y perejil.
Otros alimentos favorables son el chucrut, los rábanos, las manzanas Granny, la rúcula, los berros, los tomates y los espárragos. Entre horas las infusiones siempre serán un buen apoyo: diente de león, cardo mariano, hibisco, ortiga verde y ortosifón.
Esto no significa que debamos comer solamente este tipo de alimentos sino que les hemos de hacer un sitio de privilegio e incorporarlos a diario en nuestras comidas. Sobre todo hemos de tener en cuenta que poco a poco los platos han de ser cada vez más ligeros, iremos dejando atrás los más concentrados que necesitábamos en invierno.
Las personas que tengan problema de histaminosis deberán tener más precauciones y evitar algunos alimentos que estamos mencionando como favorables, por ejemplo los cítricos, acelgas y espinacas, fresas, tomates, kiwis, piña…Incluir estos alimentos puede empeorar su condición. También se han de evitar los quesos curados, el cereal con gluten, nueces y cacahuetes, soja, patatas, tomates, embutidos, pescado azul, chocolate y vino, entre otros.
En líneas generales, es un buen tiempo para aprovechar y hacer una limpieza orgánica, hacer ejercicios de meditación y/o yoga, hacer lavados nasales, limpieza de colon, limpieza de lengua y si es posible drenaje linfático para ayudar a eliminar toxinas.
Por último, y para acabar, no podemos olvidar de reforzar nuestro sistema inmunitario repoblando la flora intestinal y alimentando las bacterias benéficas con probióticos y prebióticos.
Autora: Adriana Ortemberg.